HIJOS CON SUSPENSOS
¿ Que podemos hacer los padres ante el gran disgusto de que nuestros hijos traigan suspensos a casa ? ¿En que momento se debe poner remedio? ¿Son buenas las soluciones drásticas e inmediatas?
Intentaremos dar solución a todas estas preguntas de una forma sencilla y viendo cual es la raíz del problema.
Lo ideal es que realicemos un seguimiento del progreso de nuestro hijo de una forma paulatina, es decir, día a día. Es importante que estemos al tanto de los avances o retrocesos que sufren nuestros hijos durante el curso escolar, siendo conscientes de las limitaciones que estos pueden tener y de la forma en que podemos atajar dichas limitaciones.
Es muy importante el contacto permanente con sus profesores, para saber cuales son los problemas que tienen y cual es su progreso durante el curso.
Desde el punto de vista de profesor con varios años de experiencia profesional debo distinguir a varios tipos de alumnos con problemas de suspensos.
En primer lugar, tenemos a alumnos que generalmente han ido bien durante su ciclo formativo pero por alguna causa puntual han sufrido un cambio repentino que les hace disminuir su rendimiento escolar, como causas típicas podemos señalar: cambio de centro, problemas familiares puntuales, problemas con los compañeros de colegio o profesores, cambio de círculo de amigos, etc. Estos alumnos no suelen tener problemas a la hora de volver a encauzar su camino y continuar con su ciclo formativo de una forma satisfactoria.
Otro tipo de alumno con problema de suspenso es aquel que empieza teniendo problemas desde que es muy pequeño y debido al sistema educativo se le ha ido pasando de curso sin arreglar esos problemas. Este tipo de alumno es al que le cuesta más tiempo encauzar sus estudios debido a que se crean lagunas que le impiden avanzar en sus conocimientos. Esto es la falta de base, fundamental en asignaturas como Matemáticas, Física, Química, Lengua e Inglés.
Me gustaría también hacer mención a un tipo de alumno que tiene los conocimientos para aprobar y que sabe la materia, pero de alguna forma le cuesta enfrentarse a los exámenes. Son alumnos que no pueden con la presión que supone tener que demostrar sus conocimientos en un examen. Este tipo de alumno supera con facilidad su problema sometiéndolo a un hábito de exámenes que hagan que enfrentarse al mismo sea una rutina.
A continuación expongo algunas ideas de Pablo Pascual Sorribas (Maestro y Licenciado en Historia y Logopedia).
Conductas muy frecuentes pero que resultan ineficaces e incluso perjudiciales.
Los grandes castigos y los grandes gritos. Muchos padres al recibir un informe académico desfavorable reaccionan amenazando a su hijo en medio de grandes gritos. Un padre que recurre a estos procedimientos no suele preocuparse de su hijo durante las 10 ó 12 semanas que dura una evaluación y se limita a llevarse el gran disgusto cuando llega el boletín con las notas.Evidentemente, los castigos y los gritos no son la manera más adecuada para encontrar las causas del fracaso y, por lo general, al llegar el siguiente informe, se repite la misma escena. Cuando esta situación es reiterativa, el estudiante se acostumbra a ella, aguanta con más o menos estoicismo los gritos de los padres, y al día siguiente sigue la vida como si nada. Lo triste es que la situación académica no mejora y la relación familiar se deteriora poco a poco.
Humillarle. Expresiones como: "Eres un vago", "No harás nada en la vida", "Que tonto eres", "Si yo hubiera tenido tus oportunidades...", y otras lindezas de este estilo no suelen dar buenos resultados, al menos en el plano personal, porque sólo humillan, pero no buscan soluciones. Normalmente, si el estudiante no tiene motivación hacia el estudio es por algo. Decir que es un vago que no quiere estudiar es lo más fácil, pero lo menos eficaz porque, frecuentemente, no es cuestión de querer, sino de poder.
No hacer nada después de los grandes gritos. Olvidarse del hijo en cuanto se ha pasado el berrinche suele ser lo más frecuente, y lo peor es que queda abandonado a su soledad. El padre sigue tan absorbido por el trabajo personal, sus problemas o sus aficiones como antes y pensando que el éxito en los estudios es, únicamente, tarea del estudiante.
Para la gran mayoría de los estudiantes, estudiar es un trabajo duro. En estos tiempos tal vez más, porque elegir entre ir al cine y aprender a calcular el máximo común divisor o cómo funcionan las fuerzas físicas, no tiene vuelta de hoja. ¿Quién no elige ir al cine? Y en estos momentos el cine, en forma de televisión, está dentro de todas las casas. A veces, inmenso error paterno, incluso dentro de la habitación. No hace falta tener dinero ni sacar entradas. Basta aposentarse en el sofá y apretar un botón para ver la película favorita.
¿Qué se puede hacer ante los suspensos?
Si hay comunicación entre padres e hijos ha de haber sinceridad y aceptación de los hechos por parte de todos, en especial de los padres, para buscar las causas y los remedios.
Recomiendo a los padres que escuchen a sus hijos. Seguro que éstos tienen mil razones por las que no les va bien en los estudios. No es el momento de evaluarlas sobre la marcha, ni de echar sermones, ni de decir que son excusas baratas. Es el momento de leer entre líneas los mensajes que el hijo envía, a veces camuflados, para tratar de averiguar por qué le gusta tan poco estudiar.
La verdad es que encontrar estas causas no es fácil y menos hacerlo los padres solos. El problema del éxito escolar es complejo ya que es un tema donde influyen mucho las relaciones humanas y éstas son una asignatura difícil.
La ayuda de los maestros suele ser muy valiosa siempre que los padres vayamos a ellos con una actitud adecuada. Los profesores no tienen una varita mágica que asegure el éxito de sus estudiantes. Pero sí tienen datos del rendimiento del muchacho y observaciones de su comportamiento en clase. Ellos dan su versión, que nunca puede ser objetiva del todo, pero es muy importante. Después, los padres, hemos de hacer los deberes a que nos hemos comprometido. Porque de nada sirve hacer muchas visitas a los tutores si, cuando salimos de la entrevista, no rematamos la tarea en casa. Es como ir al médico y no tomar las medicinas.
Proporcionar técnicas de estudio: Muchos fracasos escolares sólo esconden una falta de habilidad para el estudio, que se puede solucionar con la ayuda extraescolar de un profesional que, individualmente, le enseñe a estudiar y le proporcione los conocimientos necesarios para cubrir las "lagunas" que seguramente tiene. Con frecuencia, el fracaso de un alumno se debe exclusivamente, por ejemplo, a un problema concreto de lectura.
Tener clara la vocación profesional es la principal fuente de motivación del adolescente, por lo que es fundamental ayudarle a decidir la carrera o profesión que quiere estudiar. En este sentido, una buena orientación profesional puede dar buenos resultados.
Ayudar a los hijos a hacer los deberes en casa, valorando el trabajo individual que nuestro hijo ha de hacer fuera de la escuela. Enséñale a apuntar las tareas en la agenda con precisión, a organizar el tiempo en casa (hacer horarios con tiempos de estudio y de descanso), proponerse metas cortas ...
Un estudiante pocas veces admite que no es capaz de sacar adelante una asignatura. Su orgullo y su amor propio le impiden reconocer su falta de habilidad para el estudio o su falta de conocimientos previos necesarios (lo que se conoce como "lagunas") para seguir aprendiendo, por lo que prefiere dar la imagen de vago antes que reconocer otros problemas, ya sean emocionales o intelectuales. Los padres, que somos los adultos responsables que tiene a su lado para ayudarle, debemos tener el temple suficiente para ofrecer a nuestro hijo ayudas y alternativas racionales que le permitan desarrollarse como persona.
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